Era feliz mientras creía que era feliz, más ahora sé que no lo soy, tal vez porque creo no serlo, quizás lo creo porque así es. Acaso creerlo y serlo no difieran más que en el sentido subjetivo que cada persona da a las cosas. Pero otra vez, la felicidad propia es la culminación de la subjetividad.
Es razonable entonces proponer un simple experimento que aclare la naturaleza del problema, la felicidad, o más bien la carencia de ella. Bastaría con convencerme de que soy feliz, y verificar luego, mientras aún dure este convencimiento, de su veracidad. Mas me resulta imposible hacerlo, y no puedo distinguir la causa. ¿Es acaso imposible convencerme conscientemente de ser feliz creyendo lo contrario o tal vez se identifican el ser y el creerme feliz?
Cualquiera sea la respuesta, el punto es que no me siento feliz, y lo era hasta hace poco. Bastó que me explicitaran algunos síntomas depresivos para que descubriera que presento los síntomas, y para que poco a poco fuera notando el resto de las emociones que confirman el diagnóstico, y el resto de las actitudes que dan el nombre a la enfermedad.
Pero así como dudo de mi felicidad, dudo también de mi depresión. Nadie es consciente de su proceso depresivo, uno debe caer en él antes de darse cuenta que no puede salir, y yo sin embargo alcancé a ver la salida, y la misma desesperación por salir antes de caer me ahogó y bloqueó mi visión. Una segunda opción surge en el pozo en el que caigo, soy hipocondríaco. Me diagnostico de la enfermedad paradojal. Si soy hipocondríaco, entonces sufro la enfermedad, no la estoy inventando. Si estoy sano, el mismo diagnóstico es prueba de mi enfermedad. Por lo tanto hago lo que el hombre razonable debe hacer en estas circunstancias: dudo.
Pero ese es un camino sin salida, y ese es precisamente mi problema. No sé dónde estoy encerrado y en forma alguna veo la salida. No logro proyectarme al futuro, mi pasado no tiene colores, y mi presente es un sueño en el que desempeño un papel pasivo. ¿Cómo salir si no distingo adentro de afuera? ¿Cómo avanzar si quiero que mi futuro sea tan sólo mi pasado? He perdido la capacidad de soñar el futuro.
La forma de entender el presente es a partir del pasado, pero no veo la conexión entre ambos. ¿Cuánto ha durado el presente? Creo que cerca de 2 semanas, tal vez partió un poco antes, cuando el pasado todavía no terminaba, y tal vez aún queden vestigios de él, pues a ellos intento aferrarme, aunque al parecer no lo consigo.
Y cómo es posible dudar del futuro teniendo el pasado. La aparente contradicción lógica, se resuelve al darle nombre a una contradicción mucho más profunda y más propia. Soy inseguro, a tal punto que logro separar mis logros y mi experiencia de mi capacidad y de mi responsabilidad. Puedo dudar -y lo peor es que lo hago- de poder hacer lo que ya he hecho, no sólo de superarme sino incluso de poder repetir lo que ya he podido. Y ante semejante abominación de la energía vital, el futuro y la felicidad no tienen otro camino que huir. Yo haría lo mismo, más no puedo pues el ser consciente de esta contradicción, de la irracionalidad en que se funda mi inseguridad, pesa sobre mis propias rodillas; es mi propio peso el que me aplasta.
Es necesario creer en algo al menos. No creo en mi capacidad, y ni siquiera en mi incapacidad, no creo nada de mí que pueda ayudar a predecirme, o a soñarme. He perdido la confianza en mi razón y en mi lógica, y sin embargo me siguen hablando con una ligereza y lozanía que disto mucho de sentir, pero que añoro con dolor; y en la que sin embargo, me deleito cínicamente, y no sé si despreciarme por eso, o sentir orgullo.
Vivo por ahora esta contradicción, mientras busco otra, pues es el hombre un ser contradictorio, o místico, como eufemísticamente se refieren a su condición algunos sabios y otros no tanto. No creo poder encontrar la respuesta introspectivamente, no creo que pueda escribirla de hacerlo, no sé si quiera hacerlo en caso de poder, pero espero.